En mi segundo viaje a Estambul, al salir de la Fortaleza de las Siete Torres (Yedikule) se me había abierto el apetito.
Me quedaba todavía la mayor parte del recorrido de las Murallas Terrestres y quería coger fuerzas.
Volví a la calle principal de Samatya, la calle İmrahor İlyasbey, y busqué algún sitio donde pudiera comer y beber algo. Vi un sitio donde vendían börek, una pasta rellena de queso fresco, aderezada a la turca. Sólo había un señor tomando té y el vendedor. Pedí el börek y, para beber, un ayran, la bebida turca mezcla de yogur y agua con sal. Las dos cosas me gustaron mucho. Además intenté practicar un poco las palabras turcas que conocía con el vendedor y con el señor que bebía té. Los dos fueron muy amables y disfruté mucho de poder comunicarme con ellos.
Compré unos plátanos en una tienda de ultramarinos que había enfrente, un poco más abajo, y reanudé mi viaje por las murallas.
Me quedaba todavía la mayor parte del recorrido de las Murallas Terrestres y quería coger fuerzas.
Volví a la calle principal de Samatya, la calle İmrahor İlyasbey, y busqué algún sitio donde pudiera comer y beber algo. Vi un sitio donde vendían börek, una pasta rellena de queso fresco, aderezada a la turca. Sólo había un señor tomando té y el vendedor. Pedí el börek y, para beber, un ayran, la bebida turca mezcla de yogur y agua con sal. Las dos cosas me gustaron mucho. Además intenté practicar un poco las palabras turcas que conocía con el vendedor y con el señor que bebía té. Los dos fueron muy amables y disfruté mucho de poder comunicarme con ellos.
Compré unos plátanos en una tienda de ultramarinos que había enfrente, un poco más abajo, y reanudé mi viaje por las murallas.
He vuelto a Samatya en otros viajes y siempre he comido algo en algunos de los pequeños lokanta que hay en la calle principal. Siempre he comido bien y la gente ha sido muy amable.